14-09-2007 | Noticias | Consejo  
     
  Los profesionales y la situación laboral  
     
     
 

En el marco del VI Encuentro Nacional de Profesionales Universitarios el Presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires (Período 1983-93 y 1997 -2005) y actual Director de Finanzas e Inversiones de nuestra Caja de Seguridad Social disertó sobre “Los profesionales y la situación laboral” junto al Not. Héctor Jorge Carattoli, Presidente de la Comisión de Seguridad Social Notarial de la UINL y al Dr. Raúl Magariños, Presidente de la CGP.

“(…) Para abordar el tema vamos a basarnos en un enfoque que nos brinde algún marco referencial sobre esta temática que es tan compleja.

En este contexto creo pertinente hacer dos aclaraciones previas. En mi exposición  empleo es igual a ocupación, son sinónimos. Ocupación ya sea en relación de dependencia en el sector público como en el sector privado, o bien el ejercicio independiente de la profesión, concibiendo al profesional como aquel que auto-genera su propio empleo.

En segundo lugar debemos partir de que los graduados universitarios no escapamos a la problemática del empleo que atraviesa la población económicamente activa de Argentina. No estamos aislados de la sociedad y por lo tanto, esta problemática que aqueja a toda la población económicamente activa también impacta sobre la ocupación de los profesionales.

Partimos de la base de que las relaciones entre la formación universitaria y el mercado de trabajo no pueden tomarse aisladas del modo de vida y de producción que posee una estructura social imperante. Por tal motivo, el aprovechamiento de los graduados por parte de los sectores productivos se enmarca en un complejo sistema de relaciones políticas, económicas y sociales que no pueden soslayarse si pretendemos analizar el mercado de trabajo de los profesionales y cuál es el impacto que tienen los distintos aspectos sobre este mercado de trabajo.

Tampoco podemos soslayar el planeamiento educativo ya que su rol impacta también fuertemente en el mercado de trabajo de profesionales. En América Latina el planeamiento educativo basado en sus supuestos tecnicistas y economicistas tuvo su principal desarrollo entre los años 1945 y 1965. Como sostiene María Eugenia Lisordi, se pensaba aunque no sin crítica que ‘la educación produciría en calidad, cantidad y oportunidad los recursos que el crecimiento requería y que las estructuras productivas en su dinámica sabrían absorber y emplear adecuadamente’. La realidad mostró que aquellos supuestos iniciales no alcanzaron los resultados esperados.

Según un informe del año 1987, hacia 1960 nuestro país ocupaba solo el 1% del personal científico profesional y técnico en todos los sectores productivos, frente al 10,8 % de los Estados Unidos, 9,7% de Canadá, el 8% de Noruega, etc. Es decir el país formaba recursos que la economía no receptaba ni utilizaba adecuadamente.

La continua declinación de la Argentina acaecida a partir de la segunda mitad de los años ‘70 por, entre otros factores el deterioro de los términos de intercambio y la elevación de los niveles de endeudamiento externo, impactó muy fuertemente sobre el mercado de la producción y el empleo llevando a un relativo estancamiento o a lo sumo, una muy leve mejora en el nivel de absorción entre los profesionales universitarios por parte de la estructura productiva. Paralelamente crecía muy fuertemente la matrícula  en los más altos niveles de la enseñanza, con lo cual teníamos una sobreproducción de graduados universitarios en relación a las demandas efectivas del aparato productivo que se contraía constantemente.

Puedo citar como ejemplo lo ocurrido en el campo de las Ciencias Económicas. Un relevamiento realizado en 1974 nos informaba que había alrededor de 14 mil profesionales de estas disciplinas, en dos días se nos señaló que ese número se acercaba a los 200 mil profesionales. Esto es un crecimiento de 1400%, obviamente que la estructura productiva no creció ni remotamente en semejante magnitud.

Creo que tampoco deberíamos dejar de mencionar, el problema de la proliferación de carreras de grado. En un artículo firmado por Raquel San Martín en el diario La Nación en agosto del año pasado se describe que ‘el menú de títulos de grado se expande sin pausa, año a año. Contamos actualmente con unos 1500 títulos de grado y anualmente se agregan 200 opciones más’ sostiene la autora.

No obstante fijémosno que se da este fenómeno: 10 de las carreras absorben más del 50% de los ingresantes a las universidades públicas y más del 64 % de los ingresantes a las universidades privadas. En este contexto las facultades de Derecho y de Ciencias Económicas ocupan los dos primeros lugares en cuanto a la cantidad de alumnos (…)

Esto explica que nos encontramos frente a un problema que involucra temas de políticas profesionales, de políticas universitarias y de transmisión de perfiles de los graduados.

Por otro lado, hemos tenido acceso a estudios que dejan en claro que hay una brecha significativa entre la formación técnico académica y la formación en aquellas competencias requeridas hoy por el mercado. En especial se encuentra un desempeño deficiente en competencias que debieran ser de entrenamiento constante en el ámbito universitario, tales como flexibilidad (entendida como apertura intelectual, emocional e interpersonal) y capacidad de liderazgo (capacidad para ejercer un rol activo de un grupo en el marco de un sistema honesto y abierto).

Si consideramos que la formación universitaria en  la competencia para la inserción laboral son cuestiones disociadas no estaríamos teniendo en cuenta una cuestión fundamental, cual es la de la redefinición de los paradigmas de gestión, tanto en el ámbito público como privado, que tienden a alejarse de las pautas tradicionales.

En el paradigma tradicional teníamos un enfoque hacia la tarea simple, en el paradigma moderno se tiene a la polifuncionalidad; en el paradigma tradicional se enfocaba el trabajo individual, en el actual se busca el trabajo en equipo; en el tradicional teníamos un atención hacia una estructura jerárquica en cambio en el paradigma actual se tiende a estructuras más flexibles, más achatadas, etc.

Además no podemos desconocer que los cambios operados en los escenarios económicos y sociales han generado nuevas demandas en el interior de las organizaciones y consecuentemente, en la forma de participación de los individuos dentro de ellas, por lo que se hace imprescindible un nexo fluido entre las competencias personales y las necesidades organizacionales (…)

Estar en este evento, ratifica que nuestras instituciones tiene un deber, están firmemente comprometidas con la sociedad, mirando permanentemente el contexto y haciendo los aportes que podemos hacer desde nuestro sector seguramente podemos retribuir aunque se a de manera mínima a quienes han posibilitado que nosotros seamos profesionales universitarios”.

 
             
     
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