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Morón

El Desierto: del saqueo a la economía productiva de la araucanizacion a la soberanía Argentina

Según el criterio de algunos investigadores la utilización de la palabra “desierto” para designar a los extensos territorios que el Estado argentino aún no había ocupado en gran parte del siglo XIX es equivocada, dado que los mismos se encontraban poblados por indígenas. Desde este punto de vista tal afirmación es real. Pero, cabe aclarar, que el vocablo “desierto” no expresaba un concepto demográfico, sino más bien definía amplias áreas no incorporadas aún a la economía formal de la Argentina, es decir que aludía a tierras económicamente improductivas. El avance sobre la frontera con el indio generó diversas posturas de como encararlo. Una minoría se volcaba por la integración de las diferentes tribus al resto de la sociedad a través de la evangelización y capacitación en tareas rurales. En cambio, la inmensa mayoría de los argentinos no concebía otra salida que no fuera la de expediciones punitivas que atacaran el núcleo del problema y se redujera al indio hasta que este dejara de ser un inconveniente. Esta idea, compartida masivamente, tenía sus justificativos: el indio representaba destrucción y muerte. Cada malón generaba pérdida de vidas inocentes, cautiverio de niños y mujeres, pérdidas materiales por el robo de cabezas de ganado, que luego era trasladado a Chile. Este es otro tema que no podemos ignorar, dado que las tribus que habitaban las actuales provincias de Neuquen, La Pampa y Río Negro eran de origen araucano y fueron ellos los que sometieron y exterminaron a nuestros indios quienes desde tiempos prehispánicos habitaban esa región. Las estimaciones que efectúa Alcides D’orbigny a comienzos del siglo XIX expresan cifras que muestran claramente la expansión del arauco hacia el territorio argentino: 20.000 araucanos (en distintas tribus) contra 600 indios pampas. Tales datos demuestran claramente que las tropas nacionales comandadas por el Brigadier Juan Manuel de Rosas (1833) y el General Julio Argentino Roca (1879) tenían enfrente a saqueadores extranjeros que, además de los problemas ya enunciados, podían transformar a la región en cuestión en territorio chileno, como consecuencia de la proyección de la araucania hacia la Patagonia. La penetración a fondo, encarada tanto por Rosas como por Roca, sin parar en concesiones de ninguna especie, permitió alcanzar objetivos satisfactorios. En efecto, se amplió el terreno en condiciones de ser poblado y explotado económicamente, pero lo fundamental fue que se aseguró la presencia efectiva de la Bandera Nacional en un territorio pretendido por los entonces gobernantes chilenos, cuyas tribus compatriotas debieron replegarse a las estribaciones cordilleranas o someterse a las autoridades de la República Argentina. Aunque ciertas minorías demasiado ideologizadas que hoy pretenden destruir el monumento al General Roca no lo entiendan, la realidad mal les pese, indica que nuestros soldados habían ganado una guerra no declarada.-

Prof. Raúl Omar Chizzolini